Actualmente, cuando nos referimos a la envolvente de un edificio, una gran mayoría pensará que nos referimos a su fachada. El término connota eso: fachada, como si fuera una máscara, donde sólo el look importa. Esta idea prevalece en nuestros medios por carecer en la industria de normativas que promuevan prácticas de diseño y construcción realmente sostenibles y amigables con su entorno.
Nos alejaremos entonces de la parte puramente líquida para pasar a lo sólido, sin obviar en ningún momento la parte estética. Empezaremos enfocándonos en la piel del edificio, cuya función primordial es proteger, aislar, ofrecer confort y bienestar a las personas en su interior.
Una definición técnica nos lleva al concepto de la envolvente térmica: Cerramiento exterior de un edificio que actúa como membrana de protección y permite el control térmico y acústico. Su diseño, por tanto, debería concebirse desde el interior, pensado en las personas, los usuarios del edificio, pensando en la necesidad de generar valor vs una simple estrategia de costos.
En la elección de la envolvente, cada material juega un rol clave contra los efectos del clima: radiación solar, incidencias de las fuerzas de vientos y dilataciones, sobre paramentos, ventanas, terrazas, entre otros.
Cada elemento que formará parte de la envolvente, sobre todo, aquellos expuestos al exterior, deberán garantizar una protección eficiente y continua al edificio, impedir su envejecimiento prematuro por rupturas de puentes térmicos y condensaciones, causando altos consumos de energía eléctrica, pérdida del aislamiento acústico y elevados costos de mantenimiento.
Vincular las necesidades del cliente con las características de la envolvente es fundamental desde un inicio. Para ello, debemos contar con información técnica actualizada, con el respaldo de cada fabricante, esto facilitara evaluar con mayor objetividad la relación del coste vs el valor, sin olvidar que esta inversión se hace para durar con el tiempo.
Conviene destacar uno de los componentes más relevantes y dinámicos del edificio, los cerramientos, en particular las ventanas, ya que estas son fundamentales para mantener los correspondientes niveles de confort dentro del edificio. Además, juegan un rol importante en la ventilación natural del mismo.
Su elección es una decisión trascendental que puede resultar compleja debido a la cantidad de factores a tomar en cuenta. Actualmente existen grandes avances tecnológicos en el desarrollo de nuevos materiales para ventanas, más amigables con el medio ambiente por su baja huella de carbono y la posibilidad de reciclarse; con óptimos rendimientos en aislamiento térmico y acústico que a su vez permiten soluciones de ventilación más inteligentes.
Es responsabilidad de cada profesional descubrir estas nuevas tecnologías, actualizarse en conceptos de sostenibilidad y aislamiento; poder interpretar y dar importancia a los valores de aislamiento térmico, acústico, permeabilidad al aire, resistencia al viento y estanqueidad al agua. El profesional podrá así recomendar con fundamentos la elección del material idóneo para este elemento importante de la envolvente, y contribuir a alcanzar los mejores valores de desempeño de la obra. Por supuesto, sin olvidar en ningún momento que detrás de cada ventana hay una persona.
Hoy más que nunca tenemos que hablar sobre la importancia de los envolventes y la elección de sus materiales. Hoy no es solo cuestión de costos sin importar su impacto, hoy es cuestión de medir el impacto de nuestras decisiones con nuestro entorno. Hablar de sostenibilidad es más que solo hablar de la protección del medio ambiente, significa también aceptar con responsabilidad los retos económico, ecológico y social.
Quien vive en el pasado no puede avanzar. – Mies Van der Rohe.